Taula rodona sobre els riscos que enfronten els periodistes mexicans

Tener el coraje de decir la verdad sobre las situaciones injustas incluso si nuestra propia seguridad queda amenazada. Fragmento de uno de los 14 mandatos de la ética budista. Escribir para que otros me lean ha sido misión grata desde 1985 cuando me inicie como periodista en el estado de México, jamás imagine trabarme con tal tristeza al escribir algunos textos que me han dado satisfacciones agridulces, revolviendo mis sentimientos de rabia, impotencia, miedo, zozobra, incertidumbre y dudas. El texto mío incluido en estos “22 gritos contra la censura” es uno de esos que nunca hubiera deseado escribir, igual me ocurrió al participar en “Tu y yo coincidimos en la noche terrible” con mi colaboración sobre la periodista Selene Hernández, “ suicidada” en Toluca en el 2010; esta oportunidad me permitió aliviar un poco ese dolor e impotencia ante su extraña y sospechosa muerte gracias a la iniciativa de Lolita Bosch y Alejandro Velez con su “Aparente Rendición” que para miles se hizo nuestra. Escribir un poco sobre esta sangrienta tragedia nacional, nos permite aminorar angustia y miedos, pues cada día es mucho más lo que no podemos escribir los periodistas Mexicanos; cuando tenemos la posibilidad de hacerlo no tienen idea de cuánto se alivian nuestros corazones y mentes atormentadas por la autocensura y el silencio, al grado que ya hasta bajamos la voz entre nosotros al hablar de los caídos y mentar a sus probables verdugos. Mi gratitud es para todos ustedes que han hecho posible tener esta pequeño escape y para seguir rompiéndole la madre a este silencio obligado; sentirnos arropados por quienes han volteado sus ojos, voluntades, esfuerzos y empatías para tratar de entender y difundir lo que ocurre en México nos da esperanza, pues sabemos que al menos, si algo trágico nos ocurriera, no seremos criminalizados ni condenaran nuestros nombres y labor periodística a la diatriba y el olvido GRACIAS MIL a todos quienes con estos esfuerzos nos permiten alejarnos un poco de esa enorme mancha de sangre que irremediablemente sigue extendiéndose y amenaza con llegarnos a los pies a cada uno de quienes escribimos para otros. SALUDOS DESDE EL CENTRO DE MEXICO Marycarmen Aguilar Francco